miércoles, 30 de noviembre de 2011

Adiós a un genio. ¿Adiós a un personaje histórico?

Nadie le escapa a la muerte. Esta vez se fue Steve Jobs. Un genio. Dejé pasar un par de semanas para poder analizar su impronta en este mundo un poco más en frío. No es que me encontrara dolido ni mucho menos, pero la canonización a la que los medios nos tienen acostumbrados cada vez que se va alguien famoso dificulta el tener una visión clara que permita separar paja de trigo.

Es absolutamente irrefutable que el hombre fue un un genio creativo y un emprendedor extraordinario. Perteneció a ese muy reducido porcentaje de personas que ven las cosas de otra forma. Que tienen una marcha más. Se me hace difícil aceptarlo como un semidios. Entre sus más fervientes seguidores (aunque habría que hacer la salvedad de que muchos de ellos son seguidores de sus marcas más que de su persona) he encontrado varios elogios que, a mi entender, han sido un poco desmesurados.

Analicemos ambas caras de la moneda. Jobs ha sido a lo largo de su carrera y de su vida un tipo distinto al resto. Un gran emprendedor y un líder inspirador (su discurso en Stanford es uno de los vídeos más vistos en Youtube al día de hoy). Sus productos son un fiel reflejo de esto. Por un lado, mezclando tecnología con creatividad artística, aparecen Buscando a Nemo, Toy Story, Cars, Monsters Inc... por nombrar solo algunas de las obras maestras de Pixar. Películas que se pueden ver hasta cien veces sin aburrirse. Por otro lado, iMac, iPod, iPad, iPodTouch y iPhone se destacan en el ambiente tecnológico. Lo increíble de Apple es el concepto: ninguno de nosotros sabía que necesitaba un iPod hasta que Apple lo empezó a comercializar. Son de los bienes de última necesidad más deseables que puedan existir. Y si bien son costosos, no son exclusivos para elites (como Louis Vitton, Ferrari, Omega, etc.). Reconozco que no me gusta la rigidez de Apple. Pero también reconozco que no hay productos más "cool" en el mercado. Creo que lo que no me gusta es el perfil del consumidor-fan de Apple. Ese que pega la manzanita en cuanto lugar puede y se la pasa hablando de lo buenos que están los productos y de cómo le han "resuelto la vida" (otro asset de Apple: el boca en boca es de los más efectivos que he conocido). Apple ha logrado generar un sentido de pertenencia a la marca muy difícil de igualar. El que consume Apple cree que está un paso adelante del resto de los mortales. Está convencido que tiene los mejores productos del mercado. Esto es obra de Steve Jobs.

Miremos ahora el otro costado del asunto. Apple sacó un comunicado en donde agradecía a Jobs por "haber hecho un mejor mundo para todos". Acá es donde creo que es desmedido el elogio. Jobs no descubrió la vacuna contra el sida, no inventó el by-pass, no descubrió la penicilina, ni redujo la pobreza mundial (o al menos, local). La gente no va a extrañar a su persona (como Juan Pablo II, Mandela, Teresa de Calcuta o Guinzburg...). Va a extrañar a sus productos. Habrá que ver cómo resuelve Apple (me enfoco en Apple por ser la empresa más dependiente de su figura) su continuidad. Un desafío enorme. Se verá aquí si su liderazgo fue tal que la empresa seguirá dando éxitos después de su muerte, o si armó una empresa demasiado Jobs-dependiente. 

Concluyendo con la idea, sí creo que se ha ido un genio. Ha reinventado el marketing de una manera completamente distinta: hacer un producto que nadie sabe que va a necesitar. Ha revolucionado la tecnología; por citar un ejemplo, la sensibilidad del touchscreen de los productos Apple es extraordinaria, (si bien no fue un invento de ellos, ellos la masificaron a través de su marca). Creo que estos logros son aún insuficientes para entrar en la categoría de "personaje histórico". Pero sólo el tiempo se podrá encargar de responder esta pregunta.





miércoles, 3 de agosto de 2011

Esa insanidad de salir a correr...

7.00 am. Suena el despertador. No entiendo nada. Entreabro un ojo. Tiro el ciego manotazo a la mesa de luz, a ver si logro dar con el despertador, que, vaya a saber por qué, siempre está en un lugar distinto de la mesita. Siento que los párpados me pesan como un mueble de roble francés. Lucho un poco más y logro sentarme. Gracias a la incipiente luz que entra por la ventana, producto de la reciente salida del sol, puedo descifrar la figura de la almohada. El círculo de saliva, o "babón" para los entendidos, es del tamaño de una naranja. Se lo percibe aún tibio. Miro para el costado, y la veo a la flaca ahí tirada. Durmiendo la mona como Dios manda. Claro: es sábado. Si ya madrugué todos los días de la semana, este es el momento ideal para no hacerlo. 

Pero algo me empuja a incorporarme, ir a ponerme la ropa deportiva, buscar los artilugios para escuchar música y encarar hacia la puerta de la casa... rumbo al pavimento...
Poco más de una hora y media de corrida después, ya estoy de regreso en casa. La satisfacción es enorme. Ya le gané la batalla al día. Todo lo que viene después, lo disfrutaré de otra forma... lo miraré con otros ojos... Es difícil de explicar...

Pero sería tonto de mi parte intentar explicarlo, cuando hay alguien que ya lo hizo.. Y que lo hizo de una manera magnífica, extraordinaria y única. Se trata de Marciano Durán (marcianoduran.com.uy), un charrúa que escribe a menudo y un día se le ocurrió hacerle este regalo a la comunidad mundial de corredores. 

Si alguna vez has corrido, en algún momento de este relato alguna fibra interior se moverá. Quizás te conmuevas, te emociones, e incluso llores, como yo. 
Si nunca corriste, tal vez esto te sirva para entender un poco más a esos locos que corren.
Te invito a disfrutar de una mezcla de poesía pura con genialidad y espontaneidad.



miércoles, 27 de julio de 2011

El militante K vs. el militante PRO

No soy amigo de los estereotipos. Tampoco me gusta la generalización.Pero vale la pena dedicarle algunos minutos a estos dos vídeos que contrastan a un militante del Frente para la Victoria y a uno del PRO, y que fueron publicados por La Nación online hace unos días. Un contraste muy burdo, que hasta parece adrede y exagerado.

Nuevamente, recalco que sería injusto decir que todos los militantes del FV son como Lucas Villarroel y todos los militantes del PRO son como Alex Campbell. Pero el ejercicio de repasar ambos vídeos nos puede ayudar a intentar entender cómo unos ven a los otros, y cómo unos se ven a sí mismos.

Primero, analizaremos el vídeo de Lucas Villarroel, militante del Frente para la Victoria.
La casa, sencilla, tiene techo de chapa, alambrado bajo y un lujo espartano. A él se lo ve con su mujer (o su señora, cómo el la llama) y su hijo. Lucas habla de manera directa.
En su discurso, habla del barrio, de la gente, de ayudar. Estudió en Córdoba y luego fue a la Capital a estudiar Ciencias Políticas en la UBA. Trabajó en la Iglesia, ayudando a chicos de la calle. Militó en la Felipe Vallese, de sociales. Se dice militante por elección y convicción. Luego hablan sus compañeros, quienes dicen tener necesidad de ayudar a los que más lo necesitan, a los de los barrios más humildes. Dando una mano, buscando un cambio que sea mejor para todos, en contraposición al beneficio de un sector de la sociedad. Hablan, con un atisbo de intolerancia, de "ellos" ("ellos" piensan que un empresario va a poder maximizar beneficios en un país). Se jactan de que la política se lleva en la sangre. Quieren cambiar los problemas que tiene la sociedad. Promueven el debate. Como broche del clip, la frase: "La liberación nacional, la emancipación de los pueblos americanos se tiene que ver en casa".
¿Qué tienen que ver este chico con el estilo "K", donde la confrontación irracional y personal, la intolerancia, el nosotros contra ellos, el abuso innecesario e incomprensible de la cadena nacional y la carencia del diálogo (y del debate) son marca registrada? No mucho.


Ahora pasemos a analizar a Alex Campbell, militante PRO.
Alex vive en un chalet. Entre los tantos portaretratos, se puede ver que jugó al polo. Si no me falla la vista, tiene un Audi estacionado en la puerta. Alex arma y desarma las oraciones mientras habla ("eso es un poco que siempre me interesó...")
Alex también lleva la política en la sangre. Su familia está ligada a la política mediante su bisabuelo y un antepasado que fue congresal en Tucumán, uno de los que "armó" este país.
Fue al Colegio San Andrés (zona norte) y estudió Ciencias Políticas en la UCA. Cree que la política paga poco, y que como uno siempre quiere mantener su nivel de vida, corre el riesgo de caer en el "vicio del administrador" (piensa que lo que administra es propio). Este supuesto indicaría que los políticos que roban para mantener su nivel de vida, ya vienen con un nivel de vida ávido de dinero y comodidades.
Para evitar caer en este "vicio", se dedicó a armar sus empresas en Mendoza, donde su bisabuelo fue gobernador. Para no robar, él creyó que lo mejor era tener plata antes. En otras palabras, no va a robar, pero no porque robar esté mal, sino porque no lo va a necesitar.
Afortunadamente, puede administrar sus empresas desde Buenos Aires y a la vez dedicarse a la política, para poder "sacarse el gusto". Bernardo Neustadt lo ayudó a hacer un programa de radio.
Alex tiene una muy buena experiencia en armado en equipos de trabajo, y así fue como llegó a dar una mano en el PRO, en "la cosa pública".
En su barrio, los vecinos saben donde vive, pero para que no vayan a su casa, armó una sede del PRO, así puede colaborar en expandir el partido de Macri a los lugares más recónditos de este país. Lugares como San Fernando.


Mauricio no es santo de mi devoción en lo absoluto. Pero estimo que no ha visto este vídeo, ya que lo hubiera prohibido antes de su publicación. O no. Quién sabe.

Argentina en la Copa América o Crónica de una Muerte Anunciada

Aburre escribir sobre lo mismo, así como aburre leer sobre lo mismo. Por lo que voy a tratar de hacer un repaso lo más rápido posible de algunos de los conceptos que dejó la reciente Copa América.
Lo de Argentina fue un rotundo y rimbombante fracaso deportivo (sobre la organización no voy a emitir opinión ya que no estoy lo suficientemente informado).
Jugó cuatro partidos, empatando tres y ganando uno sólo, ante el débil combinado sub-22 de Costa Rica, invitado para reemplazar a Japón luego del lamentable terremoto que ocurriera en aquel país.
Termina el partido con Uruguay y la historia se repite por enésima vez: desazón, desconcierto, llanto, caras mirando al piso como buscando una mirada cómplice que dé un signo de aprobación o una explicación... Mirada cómplice que no aparece, porque casi ninguno se anima a tener la frente en alto. Todos miran el piso. Nuestro piso...
Horas más tarde, el partido queda atrás, la autocrítica se declara ausente y el hincha pide la cabeza de Don Julio. Decía Camile Sée: "La historia se repite, pero lo cierto es que sus lecciones no se aprovechan".
Hoy, Batista ya no es más el técnico de la selección. Demostró no estar a la altura de las circunstancias. Todavía ignorando las convocatorias compulsivas y el papelón del seleccionado Sub-25 que jugó en Nigeria, su alejamiento es una decisión acertada.
Algunas de las funciones del técnico son: elegir los jugadores, pararlos en la cancha, transmitir una idea de juego y formar un equipo, trabajando la confianza. La confianza es clave en todo deporte. Después viene además el planteo de un partido o el análisis de un rival o el trabajo con la pelota parada.
En cuanto a la elección de los jugadores, Checho acertó en parte. El consenso futbolero y la prensa arman el 80% del equipo. La mano del técnico tiene que aparecer sobre ese 20%. Checho había elegido dejar afuera a Tévez. Luego cambió de dirección y, no sólo lo convocó, sino que lo puso en su once titular, repitiendo el error de Diego en Sudáfrica, donde Carlitos (de gran corazón) tampoco funcionó, más allá de sus goles contra México. Parecería claro que faltaron defensores, o al menos defensores de jerarquía. Fue bochornoso lo de Milito y Burdisso haciendo faltas innecesarias a un Suárez de espalda a 40 metros del arco, sabiendo que cada pelota parada de Uruguay era 3/4 de gol. Quizás faltó también algún mediocampista (reconozco que tengo debilidad por Lucho González y no vi un jugador entre los convocados que jugara de número ocho mejor que él). 
En cuanto al posicionamiento del equipo, Checho falló en mayor medida. Por nombrar solo tres ejemplos, voy a referirme a Tévez, Messi y Lavezzi. Tévez no jugó de lo que juega en Manchester City. Messi, hasta el partido con Uruguay (el de CR fue un entrenamiento), no jugó en la posición que más rinde (uno contra uno o uno contra dos cerca del área). Lavezzi (que hizo que Cavani se cansara de hacer goles en Napoli) jugó por la derecha pero sin un 9 que hiciera de Cavani. 
En cuanto a la idea de juego, creo que pierdo el tiempo si me dedico a fundamentar el postulado que Argentina no sabe a lo que juega. De esto hace por lo menos cinco años (Basile-Maradona-Batista). Me cuesta recordar alguna subida de alguno de los laterales que terminen en un buen centro, sólo por nombrar un ejemplo.
Por último, la confianza... ¿Qué confianza pueden tener Higuaín o Aguero si siempre se los discute? Una cosa es pelear el puesto. Otra cosa es que se discuta constantemente si tenés que estar. Batistuta fue titular indiscutido por varios años, más allá de que pasaran partidos sin que hiciera un gol. Aquí es donde el técnico puede apostar un poco más a un jugador, incrementando su confianza. Clara muestra de la falta de confianza se vio en los penales. Salvo Messi (confianza absoluta en sí mismo), todos estuvieron cerca de errarlos. Mascherano (el supuesto gran capitán) es una sombra del jugador que fue, haciéndose expulsar de manera totalmente irresponsable.
En definitiva, improvisación en su máxima expresión. Los resultados de la improvisación están hoy a la vista de todos.
Lo de Uruguay fue lo más destacado. Sabiendo a lo que jugaba, con un verdadero equipo (donde cada uno entiende su rol a la perfección) y con individualidades que aparecieron en su mejor versión (me fascinó Lugano), se coronó nuevamente en suelo argentino. Es cierto que algo de fortuna ha tenido (en el Mundial y en la CA), pero a la fortuna hay que ayudarla.
Lo de Paraguay fue pobre. Bajó su nivel respecto del Mundial Mereció perder con Brasil (ok... el pasto estaba mal, pero un jugador profesional tiene que poder sobreponerse a esto) y mereció perder con Venezuela. Se comió una goleada categórica en la final, como Argentina con Brasil hace no mucho...
Venezuela y Perú, muy bien. Habrá que demostrar que no es casualidad.
Chile y Colombia creyeron que estaba para más, pero los partidos no se ganan en los papeles.
Mexico demostró que poco le interesa esta copa y Costa Rica, Bolivia y Ecuador mostraron que van a tener que mejorar mucho si quieren subirse a la próxima aventura mundialista.

lunes, 18 de julio de 2011

Intolerante con la intolerancia

En esta oportunidad, me gustaría abordar un tema que considero central para el desarrollo de nuestro país, por ser uno de los principales escollos para su crecimiento. Se trata de la intolerancia. Intolerancia política, religiosa, racial, social, de sexual o de género, deportiva, cultural... sólo por mencionar las primeras que se vienen a mi mente.
En estos últimos días, estuve siguiendo un poco más de cerca que de costumbre la actualidad de Argentina. El tema que más cautivó mi atención fue el debate que se generó luego del poco feliz comentario de Fito Páez, expresando su asco hacia la mitad de los ciudadanos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por no haber votado a quién él considera la mejor opción.
Leí noticias, artículos de opinión, tweets. Leí también una carta, cuya lectura recomiendo, de Norberto Galasso a Fito, publicada por Aníbal Fernández en su blog.
En general, me abrumó tanta intolerancia, plasmada a través de varias de sus formas: desautorización, denuestos, ataques públicos, acusaciones, bajezas. 

Quisiera detenerme un momento en la Carta del Sr. Galasso. Me pareció interesante la descripción (un poco estereotipada) que realiza de algunos de los sectores que coexisten en nuestro país, así como su acertada referencia al individualismo de los argentinos. 

Por un lado, es una verdad insoslayable que gran parte del país no comprende a otra gran parte del mismo. Muchos de los que tuvieron más oportunidades no comprenden a los que tuvieron menos, cayendo a veces en el error de pensar que es exclusivamente por elección propia. Los que tuvieron menos no comprenden a los que tienen más, dado que lo consideran injusto. La lógica indicaría que los que tuvieron más oportunidades deberían estar mejor preparados para la tolerancia y para la comprensión. La lógica muchas veces no se cumple.

Sin ánimos de tomar partido, creo no equivocarme al decir que hay lacras en todos los sectores. Corrupción en las filas del sindicalismo, con negociados que benefician a unos pocos y con el fomento, a veces desmedido, de mantener empleada gente cuyo aporte es negativo y/o nocivo, ya que no sólo no trabajan, sino que destruyen la cultura de trabajo en el ambiente que los rodea. Por otro lado, el empresariado no se queda atrás. Evadiendo impuestos, empleando gente en negro, presentándose en convocatoria para burlar a sus acreedores, amparándose en la a veces laxa ley. 

Volvamos a la carta. Vi mucha intolerancia. Más del "nosotros" contra "ellos", del "ganamos" versus el "perdemos", el “tenemos que hacerles entender que están equivocados”. No me gustó que se vanaglorie de su odio. Citando al lúcido Jorge Lanata, "Nadie puede estar orgulloso de su odio, si es que lo tiene. El odio es una bajeza del espíritu". En conclusión, la carta me pareció interesante, pero creo que no suma. 

Por otro lado, me gustaría también hacer un breve comentario sobre algunos de los electores que se inclinaron por el oficialismo porteño. Sin ánimo de juzgar (el voto, gracias a muchos patriotas que se esforzaron por esto, es libre), me gustaría puntualizar en la subjetividad con que se analizan ciertas aspectos dependiendo de quién los realice. Al preguntarle a estos votantes por qué le perdonaban a Macri todo lo que prometió y no cumplió, las respuestas que encontré generalmente coincidían en el “no lo dejan”. 
Muchos de estos votantes son los que critican fuertemente al hoy gobierno nacional, y a ex gobernantes de la CABA. La reflexión que quiero hacer es la siguiente: ¿a Macri no lo dejan y a los demás sí? ¿Los anteriores repavimentaban por un tema electoral y Macri no? ¿Está mal votar por un chori y una coca, pero está bien hacerlo por una bicisenda? La inseguridad sigue igual o peor que hace 10 años, ¿pero no es un tema sobre el que se pueda hacer algo? La belleza está en los ojos de quien mira…

Analizando un lado y el otro, creo que la conclusión es que, en Argentina, todavía no hemos aprendido a hacer oposición. Hacer oposición es distinto a oponerse. Hacer oposición es sumar desde otro punto de vista, limitar el poder del gobierno de turno. No es enfrentarse a todas las iniciativas. Esto aún no lo hemos entendido. 

Después de todo, ¿no queremos todos que el país vaya para adelante? El problema es que como no todos miramos para el mismo lugar, ese adelante es distinto para cada quien. En ocasiones, el estar espalda con espalda hace incluso que el avanzar para unos, sea el retroceder para otros.  Un buen punto de partida puede ser la tolerancia. Al menos, la reducción de la intolerancia. Luego puede venir la comprensión, y, quién sabe, podamos empezar a pensar en el utópico y algo olvidado bien común.

jueves, 7 de julio de 2011

River Plate, tu grato nombre

“Perdón por hacerte hincha de River” me espeta mi viejo momentos después de que la pérdida de la categoría es un hecho consumado. Me doy vuelta y miro a mi hijo de apenas un año y medio de edad. Me mira y se ríe. No entiende lo que acaba de pasar. Yo tampoco.
Recorro el vasto y rico vocabulario español y no encuentro una palabra que refleje mi estado de ánimo como hincha de River. Impotencia se aproxima en algo, pero queda exageradamente insuficiente.
Lentamente, la insoslayable tristeza deportiva va quedando atrás y va dando paso a algunas reflexiones… Reflexiones deportivas como extradeportivas.
En cuanto a las deportivas, poco puedo agregar a la ya expresada opinión de los expertos. Este equipo de JJ no fue el peor River de los últimos tres años. Pero fue un equipo carente de identidad, a la deriva cada vez que estuvo en desventaja, y con, por momentos, pavor de salir a buscar un partido. La creciente falta de confianza repercutió en la escasez de goles. No recuerdo haber visto a un River que le costara tanto convertir.
 El partido con Belgrano fue un reflejo de lo que fue River en el campeonato. Miedo de ganar, bloopers cercanos al arco propio aprovechados por el rival de turno,  tibias situaciones de gol que no se concretan, cambios inexplicables.
En cuanto a los arbitrajes, creo que son anecdóticos. Quizás ayuden a que se termine con el discurso del favorecimiento a los clubes grandes.  El penal que no cobró Pezotta fue el penal no cobrado más grande que vi en mi vida (luego de la jugadora de Guinea Ecuatorial), más allá de la mancha en el penal que sí cobró, en un momento abismalmente distinto del partido. 
La última reflexión deportiva que quiero mencionar es al respecto del cambio de paladar de la gente de River. Gente que siguió yendo a alentar al equipo en esta época de vacas flacas. La época de las tribunas vacías en los campeonatos en que River salía cuarto o quinto, quedó atrás. Esta nueva versión del hincha de River aprendió a sufrir. Y deberá seguir aprendiendo, ya que esta historia aún no acaba. El peor error en el que puede caer River es creer que lo peor ya pasó. En el  piso está la puerta del sótano. River tiene que dar un cambio de dirección importante en el ámbito institucional. Mientras se sigan echando la culpa entre actuales y anteriores, el tiempo pasa y las tragedias deportivas se acumulan…
En cuanto a las reflexiones extra deportivas, lo primero en lo que pienso es lo que sucedió en Córdoba, cuando unos inadaptados ingresaron a interrumpir el partido y agredir a los protagonistas. Ensayo un imaginario diálogo con mi hijo:
- Papá, por qué entraron esos señores a la cancha?
- Porque están muy enojados y quieren hacer justicia con sus propias manos.
- Y se puede hacer eso?
- No.
- Y por qué nadie hace nada?
- …
No tengo respuesta… Unos policías les piden gentilmente que se retiren del campo de juego. Me da vergüenza como hincha de River, como argentino, como ciudadano y como hombre. Nos cansamos de hablar de los derechos humanos, pero nunca hablamos de los deberes. Uno de ellos, algo olvidado hoy, es cumplir la ley. 
Continuando con las reflexiones, ese mismo día me tocó ver la final de la Libertadores y el posterior escándalo entre jugadores e hinchas. Me tocó ver también las finales de la NBA y de la Champions. Alguien puede decirme que Dwyane Wade no estaría furioso, o que LeBron James no se moría de impotencia? Rooney no estaba enojado? 
Qué nos pasa que no sabemos perder? Creo que parte de la respuesta está en que tampoco sabemos ganar. El respeto en la victoria es tanto o más importante que la hidalguía en la derrota. En nuestro país, se volvió más corriente el goce al rival por encima del festejo personal. El tocar el cielo con las manos al ganar una Libertadores no alcanza. Hay que reflejárselo en la cara al rival para regocijarse con su sufrimiento. Otro lamentable componente de lo que se llama el folklore del fútbol…
Lo miro a mi hijo y se ríe. No entiende nada. Qué bueno. Qué triste. Qué tarea me espera. Trataré de estar a la altura de las circunstancias.