domingo, 7 de marzo de 2010

El Rey David

David fue el segundo de los reyes del antiguo Reino Unificado de Israel, según la Biblia. Es representado como un rey justo, aunque no exento de pecados, así como un aclamado guerrero, músico y poeta, y al que tradicionalmente se atribuye la autoría de muchos de los salmos del Libro de los Salmos.

Qué decir del triunfo argentino en tierras suecas, nuevamente bajo el sello indeleble de David Nalbandian. O mejor dicho, qué no decir...

La historia había empezado semanas atrás, cuando las lesiones marginaban a los mejores tenistas argentinos del momento y lo que hace un tiempo se hubiera visto como una serie más que accesible, hace diez días ya era titulada en nuestros medios como misión imposible"... Pero nadie contaba con el David de las causas perdidas...

Los medios de opinión

En cuanto a nuestros medios, más de lo mismo. Los mismos que nos hicieron campeones antes de jugar la final contra España, fueron los mismos que atacaron a David y a Delpo con toda la artillería que tuvieron disponible tres días después. Y fueron los mismos que salieron a endiosar a Delpo cuando ganó el US Open, o a David después de su nueva página en su riquísima historia copera.

El periodismo generalmente refleja el pensamiento del país. O al menos la idiosincrasia de una buena parte de él. En Argentina tenemos una muy fuerte y arraigada tendencia a ensalzar y condenar personas con total y absoluta autoridad. Los héroes y villanos son intercambiables ante el menor cambio de viento. Cientos de miles de argentinos emitimos día a día lacónicos juicios sobre todo. En los cafés, en los almuerzos, en los taxis o en internet. Nunca dejamos de opinar. Y siempre lo hacemos con máxima autoridad. Si hay algo que nos distingue es el Opinionismo Absoluto.

Un día nos ponemos la capa de superhéroes y solucionamos el problema del hambre en Latinoamérica. Al día siguiente, ante el logro deportivo de un argentino que practica lanzamiento de garrocha, nos vanagloriamos de lo tenaces que somos. Una tarde resolvemos la corrupción en el Senado y esa misma noche damos cátedra de lo que tiene que hacer Maradona para salir campeón del mundo. Así somos. Nos jactamos de lo buenos que somos y de lo malos que son algunos. Pero siempre decimos la verdad (la nuestra, la única que conocemos).

El David de los imposibles

Este pequeño preámbulo lo hago simplemente para expresar mi irritación ante aquellos que tildan a un deportista de la talla de David Nalbandian de fracasado o de mediocre. ¿Y por qué? Simplemente porque no es el mejor tenista del ranking mundial, pese a que pareciera tener tenis de sobra para serlo.
Analicemos esto por partes. ¿Tiene David condiciones para ser número uno del mundo? De sus condiciones tenísticas creo que no quedan dudas. Pero para ser el mejor del ranking hace falta mucho más que jugar bien al tenis.

Prueba de ello son los números uno que han sabido suplir su no tan soberbio tenis con perseverancia, dedicación, sacrificio y entrenamiento (se me vienen a la mente Lendl, Hewitt, Ferrero, y hasta el gran Guillermo Vilas, que llegó a número 2, se podría incluir en este grupo). Rafa Nadal es quizás el mejor ejemplo de este grupo de la constancia, por ponerle algún nombre. Con un tenis no tan rico como el de Roger Federer, ha llegado a ser número uno a pesar de Roger.

Del otro lado se ubica el grupo del talento, los que con menor esfuerzo pudieron llegar muy lejos. Sampras (decían que en su última etapa, su entrenamiento para los Grand Slams eran los partidos de las primeras rondas), Guga Kuerten, Andre Agassi o John Mc Enroe. A David lo tenemos que incluir en esta clase de jugador (aunque probablemente no en el mismo grupo, ya que los mencionados han logrado indiscutidamente mayores resultados).

Hay un tercer grupo en el que se mezclan las dos características (talento y constancia) y en el que aparece un espécimen cada muchos años... Aquí ubicamos a un jugador tan difícil de igualar como el gran Rogelio...

Por otro lado, ¿se puede decir que, pese a tener condiciones, no llegar al máximo potencial es ser mediocre? Creo que lejos estamos muchos de llegar a ser "lo mejor que podamos ser". El mejor ciudadano que podamos ser; el mejor amigo que podamos ser; el mejor padre o hijo que podamos ser… Es más fácil decir que el mediocre es David, ¿no? No quiero profundizar mucho en este aspecto porque no es el objeto del post.

A David se le han criticado sus intereses. Si le gusta correr rally, tirarse en bangee-jumping o estar en Córdoba tomando un mate con sus amigos es un problema (o mejor dicho, un asunto) de él. Él, a diferencia de muchos otros del resto de los mortales, no tiene ni la obligación ni la necesidad de hacer lo que hace. Lo hace porque le gusta y cuando tiene ganas.

En la copa Davis, David ha ganado de local, de visitante, en cancha dura, en polvo de ladrillo, en carpeta, en césped, en primera ronda, en finales, en el grupo mundial, en la clasificación... Tiene un récord de 27-9 a favor (17-4 en single y 10-5 en dobles). Juega mejor cuando representa a Argentina que cuando juega para él. Lo motivan más el celeste y el blanco que el verde. Pero lamentablemente eso no lo exime de que le caigamos duramente por no ser el mejor del mundo.

Si está peleado o no, o si se lleva bien con Delpo es harina de otro costal. Vilas y Clerc se odiaban y llegaron juntos y ellos solos a la final de la esquiva Ensaladera de plata.

Una vez más, David ha demostrado por qué es el mejor argentino en la historia de la Copa Davis. Este fin de semana tuvo una excelente compañía en el muy seguro Zeballos en el dobles, y en Leo Mayer, ganando aquel por pocos esperado primer punto de la serie, agrandándose en una parada más que difícil.

Este David no es tan distinto de aquel rey de Israel. No exento de pecados, es guerrero de misiones imposibles, músico de un revés único en el circuito y poeta de hazañas memorables. La diferencia quizás está en que él no escribió salmos. Él canta siempre el mismo salmo. Uno que escribió un tal Vicente López y Planes hace varios años y que David ruge en cada oportunidad que la Davis le ofrece… “Oíd mortales…