martes, 29 de octubre de 2013

¡CUBA CAMPEÓN!

Media previewLa Catedral del rugby fue sede de un acontecimiento de esos que hacen llorar a la gente grande. Que estremecen hasta al más parco entre los parcos. CUBA se consagró campeón del torneo de Buenos Aires después de 43 años. El 26 de octubre quedará grabado a fuego en nuestros corazones azules y negros.

La jornada fue una verdadera fiesta. Porque era una final. Porque se trataba de dos grandes equipos. Porque los gritos contenidos durante tanto tiempo finalmente pudieron ver la luz. Y, sobre todo, porque se trataba del deporte más sublime que haya inventado el hombre. Donde el respeto y la camaradería están siempre (o casi) a la orden del día. El clima festivo se mantuvo antes, durante y después del partido. Ver a la hinchada de Hindú aplaudiendo la vuelta olímpica fue algo muy emocionante y que va a ser imposible de olvidar. Los grandes diciéndoles a los chicos que aplaudan es una muestra de la caballerosidad que reinó en la soleada tarde sanisidrense.

El marco fue imponente. De un lado, el campeón defensor. El club más ganador de los últimos años. Un caso exitoso que demostró que con trabajo y humildad se puede llegar muy lejos. Del otro lado, el retador, un equipo joven con una extraordinaria convicción que se proponía torcer la historia ese mismo día, y volver a poner al club de Villa de Mayo en la cima del rugby local. Un equipo que tenía en claro que merecer algo no es motivo suficiente para conseguirlo.

Arrancó mejor Hindú. Con una férrea defensa y un poco más de precisión en el juego, parecía que haría prevalecer su mayor experiencia en este tipo de partidos. Se puso arriba CUBA con un penal de Bauti Güemes (una de las grandes figura de la tarde) pero no tardó en darlo vuelta Hindú con penal y drop de Chori Senillosa. Sin embargo, se sucedieron dos situaciones (penal accesible desviado de Senillosa y jugada de try no convalidada tras ser dirimida por TMO) que hicieron que en la tribuna cubana nos miráramos soñando que podía ser el día en que se terminara el estigma. Haber cerrado el parcial 6-3 pese a la supremacía del equipo de Torcuato invitaba a la ilusión.

Claro. Esas siete mil almas negriazules estábamos acostumbradas a definiciones en las que al rival le salieran todas. O a que sucedan cosas extraordinarias. Como aquella semifinal contra CASI, cuando en la conversión del try del Negro Leiguarda lo apuran a patear a Piltrafa Ezcurra en lo que creo que fue la única vez en la historia del rugby que apuraron a un pateador por el supuesto minuto que tienen para patear. O aquél penal del Flaco Del Carril que no entró contra un SIC que jugó un tiempo con un jugador menos tras la expulsión de Anthony. O más acá en la historia, el playoff del año pasado, en el que se pierde un partido realmente increíble contra Newman, después de haber tenido cinco penales a cinco yardas del in-goal rival. O tantas otras…

El segundo tiempo  no arrancó de la mejor manera. A los dos minutos, otro drop de Senillosa ponía la chapa 9-3… El reloj empezaba a acelerarse. En la tribuna, la 4B estaba un poco más ansiosa, pero seguía confiado en su equipo. El partido pedía que alguien rompiera el molde. Hasta ese momento, el equipo no había podido desplegar todas sus armas. Estaba dejando la vida, pero no le estaban saliendo las cosas. Fue entonces cuando Bautista Güemes hace una salida rápida y genera un scrum en cinco yardas rivales.
En ese momento, se sintió un cambio de dirección en el viento. El partido cambió ligeramente de manos, inclinándose para los de la Villa. Y apareció la estirpe del gran equipo cubano. El equipo fue y nunca dejó de intentar. Llegó el minuto 20’, cuando a través de una avivada del virtuoso Juan Cruz González en una ley de ventaja, se gesta el try del picante Moroni para la primera gran explosión de la tribuna cubana. 9-8 y veinte minutos por jugar.

Los minutos del reloj parecían segundos. Aparecía Maguire, emocionando con algún tackle o llevando la pelota, jugando cada jugada como si fuera la última de su vida. Empujaba De la Vega. Se cortaba Pablo Quadri como si fuera O’Driscoll. El scrum cubano doblegaba a su rival. 

La gente seguía alentando. No nos iban a quitar el sueño sin luchar hasta el final. CUBA siguió jugando el rugby que lo había depositado en la final, convencido de que ese era el camino. Llegó el line robado y el drop. Parecía que la película tenía final feliz… No pudo ser… Pero tanto va el cántaro a la fuente… que se termina rompiendo. Llegó el momento crucial. Patada a cargar y penal de Camacho contra el escurridizo y corajudo Bence Pieres. Minuto 78… La historia de un club en los botines rosas de Güemes… 

En la tribuna estaban los que no querían ver, y los que no podíamos no mirar. La cuestión es que la pelota entró gracias a la mente fría del pateador (nada de eso de que “por suerte” entró) y se desató la locura. Todavía hacía falta sufrir un poco más, ya que la salida la obtuvo el incansable Iachetti y el último campeón demoró el festejo un poquito más. Pero qué son unos minutos en tantos años. Porque si algo aprendimos en estos 43 años fue a esperar…

Pitazo final y rienda suelta al festejo: ¡CUBA CAMPEÓN! Los brazos en alto del enorme capitán Lucas Piña, el corazón del equipo, siempre poniendo  el equipo adelante, transmitiendo tranquilidad y serenidad aún en los momentos más difíciles. Quiso la historia que surgiera alguien desde la Villa para llevar al equipo hasta el campeonato. Dicen que nadie es profeta en su tierra… Aquí tienen la excepción…

¡CUBA CAMPEÓN! ¡CUBA CAMPEÓN! ¡CUBA CAMPEÓN!

Ver chicos de 5 años festejando al lado de gente mayor llorando eriza la piel. Se me vinieron millones de recuerdos a la cabeza. Porque CUBA es gran parte de mi vida. Recuerdos de todo tipo…

Me acordé de mis amigos. De mi familia. Del club. De las alegrías y las tristezas. Veranos. Inviernos. La colonia. Jerry. El triangulito. Las olimpiadas de la Villa. Las guerras de bombuchas. El prolijito, a donde los más grandes nos llevaban de noche y teníamos que volver caminando. El enorme y eterno Hector Brinville, que lo vi alentando en la tribuna y felicitando a todos diciéndonos que nos lo merecíamos. Me recordé sacando piedras con mis amigos en lo que hoy es el Anexo cuando jugábamos en las infantiles. Me acordé de todos mis entrenadores y las grandes enseñanzas que me dejaron. De ese “Esfuerzo-Respeto-Amistad” que nos inculcaron desde chiquitos. Me acordé de los terceros tiempos. De la Tio Ure, que armamos porque no podíamos jugar en la Taquini. Me acordé de las giras. Me acordé de los amigos que me hice. Me acordé de las tristezas del club. De Tommy Miguens, Juan MT, Paio, Cualo, Juanqui, Kinino, que son las que viví más de cerca. Me acordé de los partidos de volley en el verano. De los que laburan el club. Oscar, Ariel… Los que laburaron. Me acordé de Fede, el del viejo vestuario. De los muchachos del vestuario de Nuñez… Me acordé de las milanesas en el quiosco de Juan…Me acordé de tantos años de seguir el rugby. Tantos clubes recorridos. Me acordé del descenso contra Alumni. Me acordé de la Reubicación. Me acordé de las semifinales… Me acordé hasta de la gente que opina sobre los valores del club desde afuera, sin conocer. En fin… Podría seguir dos horas más…
Me imaginé este mismo frenesí en la cabeza de cada cubano. Repasando su historia y dando rienda suelta a la emoción y a la algarabía. Dando esa tan ansiada y tan esperada vuelta olímpica. ¡CUBA campeón!

Después llegó el momento de la fiesta en la Villa. Esas primeras horas fueron increíbles. Íntimas. Con gente del club. Grandes y chicos. Hombres y mujeres. Me guardo ese momento como una foto de lo que es CUBA. 

Este título no llega de casualidad. Llega gracias al compromiso de un grupo de personas que creyeron que se podía torcer el rumbo de la historia. Desde la capitanía del club y de la mano de los entrenadores, potenciando al máximo al equipo e inculcándoles un convencimiento de que cuando se trabaja para algo convencido de que se puede, las cosas suelen salir. Los médicos, los kinesiólogos, los preparadores físicos. Todos aportaron desde su lugar. Y cuando todos tiran para el mismo lado, se consiguen cosas extraordinarias. 

Esto no acaba de terminar, pero tampoco acaba de empezar. Es una historia viva. Es la historia de CUBA.

¡CUBA campeón! ¡Salud!